Rev. Ciencias Sociales #185. 2024 (III) • ISSN Impreso: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601
Sexismo Benevolente y Sexismo Hostil en las conductas alimentarias de riesgo: el papel mediador de la Insatisfacción Corporal1
Benevolent Sexism and Hostile Sexism in risky eating behaviors: the mediating role of body dissatisfaction
Marcela León-Madrigal*
Tomás Vargas-Halabi**
Tipo de documento: artículo académico
Fecha de ingreso: 11/01/2024 • Fecha de aceptación: 03/09/2024
Resumen
En este texto, se estudió el rol mediador de la insatisfacción con la Imagen Corporal (IC), en el efecto del Sexismo Benevolente (SB) y el Sexismo Hostil (SH) en las Conductas Alimentarias de Riesgo (CAR) en mujeres. Los datos se recopilaron entre agosto del 2021 y abril del 2022 en una institución pública de educación técnica ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica. Se aplicaron 400 cuestionarios a mujeres estudiantes de la institución, mediante un enlace de Google Forms enviado al correo institucional de las participantes. Se utilizó Modelaje de Ecuaciones Estructurales. Se encontró que la insatisfacción con IC media todo el efecto del SB en las CAR. El SH no mostró efectos directos ni indirectos.
Palabras clave: mujer, discriminación sexual, estereotipo sexual, alimentación, condición de la mujer, violencia de género
Abstract
The mediating role of Body Image (BI) dissatisfaction in the effect of Benevolent Sexism (BS) and Hostile Sexism (HS) on Disordered Eating Behaviors (DEB) in women was studied. Data were collected between August 2021 and April 2022 in a public technical education institution located in the city of Cartago, Costa Rica. Four hundred, questionnaires were administered to female students at the institution through a Google Forms link sent to the participants’ institutional email addresses. Structural Equation Modeling (SEM) was used. It was found that BI dissatisfaction mediated the entire effect of BS on REB. HS showed no direct or indirect effects.
Keywords: women, sexual discrimination, sexual stereotype, eating, women’s condition, gender violence
* Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica, Ciudad de la Investigación, Mercedes de Montes de Oca, San Pedro, Costa Rica.
https://orcid.org/0009-0001-4877-5759
marcela.leon@ucr.ac.cr
** Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica, Ciudad de la Investigación, Mercedes de Montes de Oca, San Pedro, Costa Rica.
https://orcid.org/0000-0001-7175-9151
tomas.vargas@ucr.ac.cr
Introducción
A lo largo de la historia, las concepciones acerca de la belleza femenina han variado ampliamente (Pineda, 2020). Más recientemente, la globalización y la industria de la moda han impulsado una progresiva homogeneización de los estándares de belleza femenina (Cavusoglu, 2022; Swami, 2015). Aunque estos cánones estéticos pueden variar, tres factores han sido constantes. Primero, los cuerpos ideales nunca han representado a la mayoría de las mujeres, sino a estándares físicos inalcanzables para la mayoría. Segundo, muchas mujeres invierten mucho tiempo, energía y recursos emocionales tratando, generalmente en vano, de cumplir con estos criterios estéticos. Tercero, tanto hombres como mujeres examinan habitualmente los cuerpos femeninos para evaluar su cercanía con los estándares de belleza (Forbes et al., 2007). En esta línea, Cooper (2019) sostiene que la concepción de la belleza no solo fundamenta la identidad personal, sino que también desempeña un papel crucial en perpetuar los sistemas patriarcales a lo largo de la historia.
Para Sanabria et al. (2023), el ideal de belleza patriarcal constituye un entramado simbólico mediante el cual se subordina a las mujeres a los mandatos machistas del cuerpo. Al respecto, López (2009) apunta que este arquetipo refiere a mujeres de talla pequeña, labios gruesos, piernas largas y juventud. Del mismo modo, la moda dominante define a la mujer bella como de rostro angosto, cejas arqueadas, ojos grandes y claros, pómulos altos, nariz delgada, labios rellenos, cabello lacio, piel blanca y la delgadez como prerrequisito (Cavusoglu y Atik, 2023). De hecho, la muñeca Barbie (un influyente fenómeno en diferentes contextos culturales para establecer una noción reducida de la belleza), es caucásica y delgada (La Porte y Cavusoglu, 2023). Del mismo modo, diversas artistas estadounidenses, afro-norteamericanas, ha suavizado sus rasgos y color de piel para tener éxito comercial (Pineda, 2020). El factor central en este entramado de belleza ideal es la delgadez (Bonell et al., 2021; Cooper, 2019). En este sentido, cuando en esta investigación se alude al ideal de belleza patriarcal, se refiere primordialmente al estereotipo de mujer delgada2.
El ideal de belleza patriarcal forma parte de un estereotipo de mujer sexy, doméstica y ama de casa (Terán, 2024). En este marco, se asocia lo femenino con el cuidado, la dependencia y la sumisión, en tanto que lo masculino se vincula con la autonomía, el control y el poder (Portillo y López, 2023). Todo esto tiene como fin, establecer como propósito vital natural de las mujeres el ejercicio de su capacidad reproductiva, el cuidado de la progenie y la familia. Como señala Lagarde (2011), por designio patriarcal, un factor biológico (sexo) establece la división del trabajo y perpetúa la desigualdad entre hombre y mujeres. El mandato es tan efectivo que cada mujer se convierte en vigilante y censora de sí misma (Lagarde, 2011). La concepción patriarcal reduce el cuerpo femenino a un objeto de carácter sexual, es decir, lo cosifica3 (Portillo y López, 2023). Al respecto, Rosas-Vargas (2014) indican que, en las sociedades patriarcales capitalistas, es común que el cuerpo de las mujeres sufra violencia de género (e.g., insultos, piropos, golpes, empujones) que puede llegar a ser agresiva e incluso provocar la muerte.
El concepto de patriarcado capitalista entrelaza las relaciones de dominación y opresión de los hombres con las mujeres, con las formas de consumo y acumulación de la riqueza (Portillo y López, 2023). Así, por ejemplo, el Banco Central de Costa Rica estimó que el valor del trabajo doméstico no remunerado en el año 2022 en nuestro país fue del 21,4% del Producto Interno Bruto, equivalente a 9.6 billones de colones anuales, de lo cual las mujeres aportan un 67,2% (Martínez, 2024). También, tal como señala Muñiz (2014), la búsqueda de la belleza ideal patriarcal caracterizada por la juventud, delgadez extrema y sensualidad, ha impulsado el crecimiento económico mediante una industria médico-cosmética lucrativa.
Intricados mecanismos sostienen lo anterior, siendo el sexismo uno de los más importantes. El sexismo se puede definir como una actitud discriminatoria hacia las personas con base en su sexo (Blondé et al., 2021). En algunos casos, el sexismo refuerza los roles de género a través de una ideología romántica (Terán, 2024). En otras ocasiones, se somete a las mujeres al poder masculino mediante prejuicios abiertamente hostiles que las denigran (Bareket y Fiske, 2023). En lo concerniente a las consecuencias del sexismo, los estudios empíricos (ver Bareket y Fiske, 2023; Barreto y Doyle, 2022; Gutierrez y Leaper, 2024) lo han relacionado consistentemente con variadas repercusiones negativas contra las mujeres.
Como resultado de su amplia revisión, Bareket y Fiske (2023), de manera sintética, apuntan que el sexismo se asocia con los siguientes aspectos: 1. fomento de perspectivas ideológicas que impulsan el prejuicio en contra de las mujeres, 2. deterioro de las posibilidades de desarrollo laboral femenino, 3. imposición de formas restrictivas en las relaciones íntimas y de sexualidad, 4. fortalecimiento de roles tradicionales de género y una visión femenina estereotipada, 5. perpetración y justificación de la violencia contra la mujer. En relación con este último punto, Gutierrez y Leaper (2024), en su reciente metaanálisis, concluyen que el sexismo se asocia de manera importante con conductas y actitudes que apoyan la violencia contra la mujer.
En relación con lo mencionado, es esencial reconocer que el sexismo es una forma de violencia simbólica. Este fenómeno se instala en las subjetividades y genera discriminación al imponer un trato desigual, el cual confina a las mujeres a roles específicos y limita sus derechos (Terán, 2024). Los márgenes de “normalidad” de la Imagen Corporal (IC) creada por una sociedad sexista son tan estrechos que, los cuerpos considerados defectuosos, son muchos (Muñiz, 2014). Por una parte, se discrimina a quienes no cumplen estos estándares patriarcales. Por otra, tal como señalan Barreto y Doyle (2022), el sexismo influye en cómo las mujeres se perciben a sí mismas y a sus cuerpos, por lo que constituye violencia simbólica.
La IC hace referencia a las percepciones y actitudes (positivas y negativas) de las personas acerca su cuerpo (Muyor y López-Miñarro, 2013). Desde una perspectiva feminista, la insatisfacción con la IC es consecuencia de las presiones sociales que llevan a las mujeres a la hipervigilancia de su propio cuerpo, incluso convirtiéndolo en un objeto, con el propósito de cumplir con un ideal de belleza poco realista (Rodgers et al., 2023). Por ello, apunta Rioseras (2018), muchas mujeres utilizan todo tipo de artefactos de moda y se someten a tratamientos de belleza que pueden ser muy riesgosos. Este ideal de la belleza, vinculada con la delgadez, impulsa a las mujeres a establecer una relación nociva con la comida. De hecho, la investigación indica (ver Barakat et al., 2023) que, el malestar en torno a la IC, constituyen un antecedente importante en la aparición de los trastornos de conducta alimentaria (TCA).
Por otra parte, la búsqueda de la delgadez puede llevar a las conductas alimentarias de riesgo (CAR) (Díaz y Unikel, 2019). Estas son comportamientos de alimentación inadecuados, los cuales tienen la finalidad de perder peso (Villalobos et al., 2023). Las CAR incluyen el uso de pastillas para quitar el apetito y reducir de peso, la utilización de laxantes y enemas, el consumo de diuréticos, los ayunos y dietas extremas, el vómito autoinducido y los ejercicios excesivos (Martínez et al., 2011) (ver Tabla 2). Las CAR tienen una intensidad y frecuencia menores en comparación con los TCA, pero una prevalencia mayor (e.g. Villalobos et al., 2023). Además, están relacionadas con la aparición posterior de los TCA (Torres et al., 2022) y poseen un importante valor preventivo (León et al., 2008). Las TCA y las CAR son constructos relacionados, pero claramente diferentes. Las CAR se vinculan con deficiencias en el funcionamiento psicosocial, trastornos afectivos y ansiedad (Unikel et al., 2017). El estudio de las CAR es limitado en Latinoamérica y prácticamente inexistente en Costa Rica.
Lo expuesto hasta aquí sugiere que es plausible que exista una relación entre el sexismo, la insatisfacción con IC y las CAR. Sin embargo, hasta donde las personas autoras han podido revisar, no existen investigaciones publicadas que aborden el posible efecto mediador de la insatisfacción con la IC en el efecto de las diferentes modalidades de sexismo sobre las CAR. Por otra parte, en Costa Rica no es común que los estudios cuantitativos se enfoquen desde perspectivas feministas, lo cual algunas autoras han señalado como relevante (e.g., Leung et al., 2019). Las personas autoras consideran que una perspectiva feminista permite comprender la racionalidad estructural y subjetiva entre el sexismo, el ideal de belleza femenino y la alimentación en las mujeres.
En concordancia con todo lo anterior, esta investigación plantea las siguientes interrogantes de investigación en la muestra de mujeres participantes:
1. ¿Cuál es el efecto de los diferentes tipos de sexismos en la IC?
2. ¿Cuál es el efecto de la insatisfacción con IC en las CAR?
3. ¿Ejerce la insatisfacción con IC un papel mediador en los efectos de los tipos de sexismos en las CAR?
4. ¿Cuál es la magnitud de los efectos detectados?
Marco Teórico e Hipótesis
De acuerdo con Glick y Fiske (1997), el sexismo posee dos componentes, concretamente: 1. Sexismo Benevolente (SB) y 2. Sexismo Hostil (SH). Este enfoque es denominado por los mencionados autores como sexismo ambivalente. El SB representa una serie de concepciones que idealizan a las mujeres que cumplen roles tradicionales (Bareket y Fiske, 2023), a las cuales se les considera puras, naturalmente protectoras, débiles y dependientes (Barreto y Doyle, 2022). Así las cosas, el SB promueve, de manera romántica, relaciones de género donde los hombres protegen y dominan, mientras que las mujeres se dedican al cuidado y la reproducción (Gutierrez y Leaper, 2024). Este romanticismo constituye un mecanismo de control normativo sobre las relaciones de género desiguales (Mungai y Crichton, 2023). Por su parte, el SH refleja una perspectiva abiertamente negativa y agresiva de las mujeres, a quienes considera competidoras que buscan dominar a través de su sexualidad, ideología feminista y decisiones de carrera (Bareket y Fiske, 2023). A continuación, se presentan las hipótesis que se han sometido análisis empírico.
De acuerdo con Bareket y Fiske (2023), la investigación indica que el SB tiende a resguardar los roles de género tradiciones y se asocia con el ideal de delgadez femenino (Barreto y Doyle, 2022). Al respecto, Salazar (2013) encontró que existía un predominio de modelos de figura delgada en una revista costarricense dirigida a mujeres. De esta manera, señala Pineda (2020), se considera a las personas gordas como discordantes, desproporcionadas, inarmónicas, amorfas, disonantes, poco estéticas, desagradables a la vista y capaces de producir displacer y repulsión. Por otra parte, Levinson et al. (2024), encontraron una clara relación entre el estigma del peso con las cogniciones y comportamientos alimenticios no adaptativo o riesgosos. De acuerdo con lo anterior, las CAR constituyen una alternativa insalubre que le permite alcanzar a las mujeres la anhelada delgadez. Por ello, se plantea la siguiente hipótesis (ver Figura 3).
H1: El SB tiene un efecto positivo en las CAR
La sociedad patriarcal capitalista condiciona y dirige a las mujeres para que se preocupen por mantener una apariencia de juventud, sensualidad y delgadez (Muñiz, 2014). Al promover un ideal extremo e inalcanzable del cuerpo femenino, establece y perpetua un sentimiento de inferioridad entre las mujeres, sin importar su ubicación o identidad política (Cooper, 2019). Asimismo, la industria de la moda rápida afecta negativamente el bienestar de las mujeres al promover imágenes idealizadas de belleza, generar la sensación artificial de novedad y obsolescencia, con lo que disminuye la autoestima y distorsiona la IC (Cavusoglu y Atik, 2023). Es decir, la presión social por alcanzar la delgadez es elevada y extendida.
De igual manera, la investigación empírica ha establecido un vínculo entre la internalización del ideal de delgadez con la insatisfacción con la IC (Levinson et al., 2024). También, la exposición a ideales de belleza sexualizados se asocian con una menor satisfacción con la IC (Santoniccolo et al., 2023). Por su parte, los estudios también han vinculado el SB con autodescripciones estereotipadas e insatisfacción con la IC (Barreto y Doyle, 2022). Al respecto, Bareket y Fiske señalan (2023) que, la exposición de mujeres al SB aumenta la autocosificación4, autovigilancia y la vergüenza con el cuerpo. De acuerdo con lo anterior, se propone la siguiente hipótesis:
H2: El SB tiene un efecto positivo sobre la insatisfacción con la IC5
El SH se ha asociado con la perpetración de la violencia contra las mujeres, en especial aquellas que transgreden los roles tradicionales (Bareket y Fiske, 2023). Con frecuencia, en las relaciones de pareja, el hombre agrede (verbal, psicológica y físicamente) a la mujer por no cumplir las exigencias de belleza patriarcales (Pineda, 2020). Paradójicamente, tal y como señalan Gutierrez y Leaper (2024), muchas mujeres internalizan el SH, por lo que adoptan roles estereotipados, preservando el poder masculino con el fin de mantenerse a salvo de la violencia. De esta forma, la adopción del SH constituye un mecanismo extremo de autopreservación ante la violencia social y masculina.
El SH también se relaciona con la adoptación de un ideal de un cuerpo delgado, la autocosificación y la insatisfacción con la IC (Barreto y Doyle, 2022). Por su parte, la autocosificación se asocia de manera positiva con actitudes y conductas riesgosas en torno a la alimentación (Schaefer y Thompson, 2018). Del mismo modo, el SH predice evaluaciones negativas acerca de mujeres con bellezas no tradiciones y predice la disposición a realizarse cirugías estéticas (Bareket y Fiske, 2023). Todo lo anterior, conforma un conjunto de fuertes presiones abiertamente hostiles hacia la mujer, con el fin cumplir el estereotipo patriarcal de belleza. Ante esto, las CAR constituyen una opción de liberarse de la hostilidad manifiesta del SH alcanzado una figura delgada. Debido a lo anterior, se postula la siguiente hipótesis (ver Figura 3).
H3: El SH tiene un efecto positivo en las CAR
El SH también se asocia con la interiorización del ideal patriarcal de belleza femenina (Bareket y Fiske, 2023; Forbes et al., 2007), provocando una menor satisfacción con la IC (Kilpela et al., 2015; Santoniccolo et al., 2023). Esta tendencia es extendida en Latinoamérica (Rodgers et al., 2023). Diversos estudios indican que las burlas y otras experiencias de estigmatización por el peso, se correlacionan significativamente con una menor satisfacción con la IC (Levinson et al., 2024). Por otra parte, el SH se ha asociado consistentemente con la cosificación de la mujer en todas las formas en las cuales se puede manifestar (Bareket y Fiske, 2023), lo cual, a su vez, se vincula con de insatisfacción con la IC, la apertura hacia las cirugías estéticas y los TCA (Daniels et al., 2020; Ward et al., 2023). La sociedad convierte la belleza patriarcal en un imperativo inalcanzable que erosiona la satisfacción con el cuerpo de la mujer (Forbes et al., 2007). De acuerdo con lo anterior, se formula la siguiente hipótesis:
H4: Él tiene un efecto positivo en la insatisfacción con la IC
De acuerdo con Rodgers et al. (2023), las preocupaciones en torno al peso y la insatisfacción con IC, constituyen un tópico de salud metal de elevada relevancia a nivel mundial. Sin embargo, no se puede dejar de lado que esto posee importantes implicaciones ideológicas (ver Gibson, 2023). Por otra parte, tal y como se ha expuesto previamente, la sociedad patriarcal capitalista establece como imperativo un ideal de belleza basado en la delgadez y la cosificación del cuerpo, que fomenta la hipervigilancia y erosiona la autoestima femenina (Cooper, 2019; Paasonen et al., 2020). Al respecto, Barakat et at. (2023), señalan que la insatisfacción con la IC es un antecedente clave de los TCA.
Diversos estudios indican que, adolescentes con menor satisfacción con la IC, son cuatro veces más propensas a desarrollar conductas de alimentación riesgosas (Meskin y Colvin, 2023). También, se sabe que las críticas parentales en torno al peso y la forma del cuerpo son antecedentes importantes del desarrollo de preocupaciones en torno a la IC y de conductas de alimentación inadecuadas (Díaz y Unikel, 2019; Rodgers y Chabrol, 2009). Por el contrario, la capacidad de aceptar el propio cuerpo y desarrollar actitudes favorables, se correlaciona inversamente con trastornos relacionados con la alimentación (Linardon et al., 2022). En Latinoamérica, la investigación en torno a las CAR es muy escasa, sin embargo, se ha encontrado que niñas mexicanas se involucran en conductas dietarios y muestran preocupación por su peso corporal desde los seis años (León et al., 2008). Del mismo modo, se ha hallado asociación entre la insatisfacción con la IC y las CAR en adolescentes y mujeres jóvenes de México y Colombia (Vargas-Almendra et al., 2021). Por lo anterior, se plantea la siguiente hipótesis:
H5: La insatisfacción con la IC tiene un efecto positivo en las CAR
Por otro lado, el papel postulado de la insatisfacción con la IC como mediator, implica la existencia de efectos específicos indirectos (Hayes, 2022). De acuerdo con el modelo planteado, pueden ser de dos tipos (ver Figura 3). El primer efecto hace referencia al impacto del SB (y la consecuente interiorización del ideal de belleza patriarcal) sobre las CAR a través de la insatisfacción con la IC (SB⟶ insatisfacción con la IC⟶CAR). En consonancia, esta vía describe como el SB (y la consecuente adopción de un ideal de belleza patriarcal) actúa erosionando la IC femenina para, en última instancia, impacta en un aumento en las CAR. El carácter romántico del SB oculta sus verdaderas consecuencias negativas, por lo que, en aras de la brevedad, en lo sucesivo se denominará este efecto como la vía de la quimera (VQ: SB⟶ insatisfacción con la IC⟶ CAR). Formalmente, la hipótesis es la siguiente:
H6: La insatisfacción con la IC media de manera positiva el efecto de SB sobre las CAR
El segundo tipo de efecto indirecto describe el impacto del SH sobre las CAR a través de la insatisfacción con la IC. Este efecto detalla la forma en la que el SH (y la consecuente adopción de un ideal de belleza patriarcal y la cosificación del cuerpo femenino) incrementa las CAR, mediante el aumento de la insatisfacción con la IC. El SH posee un carácter abiertamente agresivo, por lo que no es sutil y, presumiblemente, es más fácil de identificar. Sin embargo, también actuaria en detrimento de las IC. En aras de la brevedad, este efecto se ha denominado como la vía de la denigración (VD: SH⟶ insatisfacción con la IC⟶ CAR). En consecuencia, se formula la siguiente hipótesis:
H7: La insatisfacción con la IC media de manera positiva el efecto de SH sobre las CAR
Finalmente, la octava hipótesis hace referencia a la correlación entre el SB y el SH. Ambos constructos y sus respectivas subescalas no son ortogonales, es decir, existe asociación entre ellas (Expósito et al., 1998). Existe amplia evidencia de ello, siendo lo usual utilizar Modelos de Medida (MM) de dos factores (SH y SB) libremente correlacionados (e.g. Blondé et al., 2021; Glick y Fiske, 1997). En este sentido, con el fin de no incluir una fuente de desajuste derivada del modelo de medida (MM), se permitió la covarianza entre ambos tipos de sexismo. Con esto, se finaliza el modelo estructural (ME), el cual se presenta en la Figura 3. En consecuencia, se plantea la siguiente hipótesis:
H8: La correlación entre el SB y el SH es positiva
Metodología
Se seleccionó un enfoque cuantitativo con un diseño transversal (Howitt y Cramer, 2020). Los estudios de este tipo que utilizan modelos de ecuaciones estructurales (MEE) se clasifican como diseños correlacionados multivariables avanzados (Crano et al., 2023). Estas características sitúan a la investigación en una perspectiva Post-positivista (ver Corbetta, 2003). La población estudiada estuvo conformada por las 450 estudiantes mujeres matriculadas entre agosto de 2021 a abril de 2022, en una institución de educación estatal (colegio universitario) situada en la provincia de Cartago. La institución ofrece formación técnica, de manera que el estudiantado puede optar por un diplomado, el cual constituye un paso anterior al bachillerato universitario.
La institución imparte diplomados universitarios en las siguientes disciplinas: 1. Dirección y Administración de Empresas, 2. Electrónica, 3. Investigación Criminal, 4. Mecánica Dental, 5. Secretariado Ejecutivo, 6. Tecnologías de la Información, 7. Turismo. Las características de la población son ideales para el estudio por varias razones: 1. se requiere un nivel de educación que asegure un nivel de comprensión de lectura que permita responder los instrumentos, 2. es una población que permite aproximarse a la situación de las mujeres que no tienen estudios universitarios concluidos, 3. las siete carreras ofrecen un amplio espectro de intereses e inserción. Para obtener un bachillerato universitario, deben continuar sus estudios en otra institución.
De acuerdo con el método de MacCallum-Browne-Sugawara (como se citó en Wang y Wang, 2020) se determinó una muestra mínima de 61 casos. Este método se basa en: 1. la potencia de la Raíz Media Cuadrática del Error de Aproximación (RMSEA, por sus siglas en inglés), 2. los grados de libertad (gl) del ME que se ha establecido (ver Figura 1), 3. un ajuste cercano (Kline, 2023) (gl=623, α=.05, 1-β=.80, Ha=0, H1=.05). Se obtuvo información de 400 participantes, con lo cual el error para la estimación de los indicadores individuales es de 1.64% (ver Weiers et al., 2011). Al respecto, el 76% de la muestra, se ubicó en el grupo de edad de 17 a 25 años. La categoría de 26 a 34 años agrupó al 19%, mientras que la de 35 a 44 años constituyó el 5%. La media (MED) de edad fue de 23 años y la desviación estándar (DE) de 5.34. El 34,7% de las participantes provenía de la carrera Dirección y Administración de Empresas, el 20,6% de Investigación Criminal, el 17,6% de Secretariado Bilingüe, el 12,8% de Tecnología de Investigación, el 5,9% de Mecánica Dental, el 4,3% de Electrónica, y el restante 4,1% de Turismo.
Para evaluar los constructos del modelo se emplearon escalas previamente validadas en su versión en español. Para medir sexismo se aplicó la escala de Sexismo Ambivalente adaptada por Expósito et al.(1998) de 22 ítems. Esta se encuentra conformada por dos subescalas que evalúan SB y SH. Este instrumento emplea una escala Likert de endosamiento de cinco intervalos (1-Totalmente en desacuerdo a 5-Totalmente de acuerdo). Por otra parte, para medir la insatisfacción con la IC se utilizó la escala de Imagen Corporal de Rodríguez et al. (2010) de 13 ítems, la cual utiliza un formato de respuesta Likert de frecuencia (1-Nunca o casi nunca a 5-Siempre o casi siempre). Debido a la redacción de los ítems (e.g. “Me gustaría tener menor talla de cintura”), a mayor puntaje, más insatisfacción con la IC.
Para evaluar las CAR, se usó el Cuestionario Breve para medir Conductas Alimentarias de Riego de Unikel et al. (2017). Este consta de tres dimensiones, a saber, Atracón-Purga (cuatro ítems), Medidas Compensatorias (tres ítems) y Restricción (tres ítems). Las dos primeras dimensiones emplean una escala Likert de frecuencia de cinco puntos (1-Nunca hasta a 5-Con mucha frecuencia). Se excluyeron los ítems de Medidas Compensatorias, pues son preguntas dicotómicas seguidas por una abierta. Por lo tanto, los ítems aplicados miden Atracón-Purga y Restricción. Con el fin de evaluar el posible Sesgo del Método (CMB, por sus siglas en inglés) y la validez discriminante, se aplicaron cinco ítems de la subescala de Impulsividad por Imprevisión (IP) del Cuestionario de Urgencia, Búsqueda e Impulsividad (CUBI-18), versión breve de Squillace Louhau y Picón-Janeiro (2019). Esta subescala consta de seis afirmaciones y utiliza una escala Likert de endosamiento de cinco puntos (1-Totalmente de acuerdo hasta 5-Totalmente es desacuerdo).
El consentimiento informado, datos socio demográficos y las escalas se organizaron en un instrumento en la plataforma Google Forms. Para el pretest se llevaron a cabo diez entrevistas a mujeres estudiantes de la institución. Se aplicó el protocolo de preguntas de Colton y Cobert (2007). Los resultados de las entrevistas permitieron llevar a cabo ajustes en los ítems de la escala, los cuales se presentan en las Tablas 1 y 2. En general, en concordancia con lo sugerido por diversos estudios (e.g. Krosnick, 2018; Solís, 2015), se evitaron los ítems negativos. Para la aplicación del instrumento se coordinó previamente con la institución el envío de la invitación desde la cuenta institucional al correo oficial de las estudiantes. En dicho mensaje se indicó el carácter voluntario de la participación, la importancia del estudio y la confidencialidad con la que se manejaría la información recopilada.
En cuanto al análisis de datos, lo primero que se realizó fue estimar las estadísticas descriptivas y examinar la normalidad univariada utilizando el IBM SPSS 23. Posteriormente, se verificó la normalidad multivariada y se evaluaron los MM mediante pruebas de consistencia interna y análisis factoriales confirmatorios. Seguidamente, se evaluó el ME mediante Modelaje de Ecuaciones Estructurales basadas en covarianzas (MEE). Ante la ausencia de normalidad, así como, el carácter ordinal de las escalas, se utilizó Máxima Verosimilitud Robusta (MLR, por sus siglas en inglés) con la rutina para variables categorías del programa EQS 6.4 (Bentler, 1995). Dado que este último programa no ha implementado procedimientos para la estimación de los efectos específicos indirectos, se empleó bootstrapping corregido por sesgo estimado con base en diez mil muestras utilizando el Mplus 8.10 (Wang y Wang, 2020).
Resultados
En la Tabla 1 se presentan las estadísticas de la Escala de Sexismo. Como puede observarse, la MED y DE de los diferentes ítems presentan valores moderados (tomando como referencia 5, lo cual constituye el máximo de la escala de medida). Por otra parte, la prueba Kolmogórov-Smirnov (KS) indicó que la gran mayoría de los indicadores no presentaron normalidad univariada (con excepción de la afirmación 21). Estos resultados son consistentes con los valores de los coeficientes de asimetría y de curtosis. Paralelamente, la MED y DE de los indicadores de las escalas IC y CAR, también presentan valores moderados y ninguno se distribuye normalmente. En el caso de IP, los promedios son más altos, pero las DE son muy similares al resto de los instrumentos. Los ítems tampoco presentaron normalidad univarida (ver Tabla 2).
Tabla 1. Estadísticos Descriptivos y Prueba KS de las Escalas de Sexismo
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto de 2021 a abril de 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
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Para valorar la calidad de los instrumentos, se construyó un primer MM (MM1) con todos los constructos sustantivos (SH, SB, IC, CAR) libremente correlacionados (ver Figura 1) (ver Hair et al., 2019). La matriz de datos implicada no mostró normalidad multivariada debido a que el Índice Mardia (206.22) superó el umbral máximo (5) (Byrne, 2013). En consecuencia, se procedió a utilizar MLR (Blunch, 2016), así como, las versiones robustas de los índices de ajuste usualmente utilizadas, a saber: 1. chi cuadrada (х²), Índice de Ajuste Comparativo (CFI, por sus siglas en inglés), RMSEA (Hair et al., 2019). Valga señalar, que la Satorra Bentler Chi-cuadrada (SBх²) constituye la versión robusta de х² en el EQS 6.4 (Bentler, 1995).
Tabla 2. Estadísticos Descriptivos y Prueba KS de las Escalas de IC, CAR e Impulsividad
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto de 2021 a abril de 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
** p < .05
La prueba SBх² = 1626.52, gl=939, p<.001, indicó un mal ajuste del MM1. Sin embargo, este resultado puede atribuirse al tamaño de la muestra (Blunch, 2016; Boateng et al., 2018; Rosellini y Brown, 2021), por cuanto, el incremento en el número de casos aumenta la potencia de la prueba para detectar discrepancias irrelevantes entre las matrices de varianzas y covarianzas estimada y observada (West et al., 2023). Por ello, son importantes los otros índices, CFI =.91 y el RMSEA =.052, IC del 90% [.047, .56], que, por el contrario, revelaron un ajuste satisfactorio. En este sentido, se puede afirmar que el ajuste global del MM1 es satisfactorio, de manera que se pudo continuar con los análisis.
Figura 1. Modelo de Medida 1: Constructos Sustantivos libremente correlacionados
Notas: Las varianzas de los constructos se fijaron en 1.
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto del 2021 a abril del 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
** p < .05
Diversos autores (e.g. Rosellini y Brown, 2021) señalan que el umbral mínimo para una carga factorial (λ) debería rondar |.40|. Sin embargo, Hair et al. (2019) sugieren |.50|, lo cual implica que el 25% de la varianza del ítem es explicada por el factor. En esta investigación se aplicó este último criterio, por lo que se eliminaron las afirmaciones con λ menores, siempre que: 1. los ítems se considerarán intercambiables en el factor, 2. el número de indicadores por constructo no fuese menor a tres. Esto último con el propósito de sobre identificar el modelo libremente correlacionado. Esto permite contar con suficientes gl para estimar el modelo y cada una de sus relaciones (Brown, 2015).
Tabla 3. Saturaciones, Fiabilidades y Varianza Extractada de las Escalas de Sexismo
Nota: Debido a que el MM1 y el ME tienen los mismos ítems, los valores del Alfa de Cronbach no cambian.
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto del 2021 a abril del 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
**p < .05
La mayoría de las λ de la subescala de SB fueron satisfactorios, es decir, mayores a |.50| y estadísticamente significativas. Solamente los ítems tres y seis presentaron λ inadecuadas. De igual manera, la Varianza Extractada (VE) fue de .32, lo cual se considera satisfactorio tomando en consideración el umbral de las λ definido (.50). Adicionalmente, el Alfa de Cronbach (α) y la Fiabilidad Compuesta (FC) fueron adecuadas (DeVellis y Thorpe, 2022). Sin embargo, se decidió eliminar los ítems tres y seis para los modelos posteriores. Por su parte, en el caso del SH, solo el ítem dos mostró una λ por debajo del umbral. El resto de las λ fueron satisfactorias. La VE (.43) estuvo por encima de la obtenida para SB (.32). También, la confiabilidad del instrumento fue bastante buena. Debido a lo anterior, se eliminó únicamente el ítem dos (ver Tabla 3).
Con respecto a la de IC, solo los ítems cinco y 11 mostraron λ insatisfactorias. El resto de los indicadores presentaron λ adecuadas. La VE fue de .40, así mismo, el α y la FC fueron bastante satisfactorias (DeVellis y Thorpe, 2022). En concordancia con lo anterior, para los análisis posteriores no se incluyeron los indicadores 5 y 11. En lo referente a las CAR, el ítem cuatro mostró una λ inferior al umbral preestablecido. El resto de las afirmaciones presentaron λ apropiadas. La VE fue de .43. Por otra parte, la confiabilidad de la escala fue adecuada, pero, se decidió eliminar el ítem cuatro para los siguientes modelos. Lo anterior evidencia que el MM1 funciona bastante bien, sin embargo, puede ser mejorado (ver Tabla 4).
Tabla 4. Saturaciones, Fiabilidades y Varianza Extractada de las Escalas de IC y CAR
Nota: Debido a que el MM1 y el ME tienen los mismos ítems, los valores del Alfa de Cronbach no cambian.
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto del 2021 a abril del 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
**p < .05
La validez de constructo alude al grado en el que las puntuaciones de un instrumento reflejan las relaciones teóricamente esperadas (Martínez et al., 2014). En este sentido, el MM1 constituye una red nomológica que permitió evaluar la aludida validez. Por ello, es importante analizar las correlaciones entre los factores del MM1. Al respecto, las correlaciones de SB con SH, así como, de IC con CAR, fueron altas y estadísticamente significativa (p < .05). Sin embargo, la elevada correlación entre IC y CAR sorprende un poco, pero no se considera atribuible a la falta de validez discriminante. Esto es consistente con lo esperado conceptualmente, ya que los efectos planteados en las hipótesis requieren que los constructos sustantivos (SH, SB, IC, CAR) compartan varianza. En términos sencillos, se requiere que correlacionen, pero sin hacerlo de manera exagerada, de forma que se sospeche una falta de validez discriminante o CMB. Precisamente, para descartar lo anterior, se espera una baja correlación entre los constructos sustantivos e IP. Por ello, los resultados soportan la validez nomológica del MM1 (ver Figura 2).
Por su parte, el MM2 incluyó los mismos constructos que el MM1, pero sin los indicadores con bajas λ. Dado que es importante evaluar la validez discriminante y el CMB (Podsakoff et al., 2024), se agregó el constructo IP (ver Figura 2). La matriz de datos implicada no mostró normalidad multivariada (Mardia= 151.9), por lo que se continuó utilizando MLR. El ajuste global del MM2 fue adecuado, SBх² =1499, gl=809, p < .001, CFI =.93; RMSEA =.056, IC del 90% [.051, .06]). Las λ de los constructos sustantivos fueron similares a las del MM1, con algunos pequeños incrementos que mejoraron la VE y la FC, así como, el α (sin los ítems eliminados) (ver Tablas 3 y 4). El funcionamiento de la IP fue apropiado, con λ entre .69 a .88, p<.05. En consecuencia, la VE (.65) y la FC (.90) fueron adecuadas (Hair et al., 2019). El α alcanzó un buen nivel (.87) (DeVellis y Thorpe, 2022). Las correlaciones entre los constructos del MM2 se presentan en la Figura 2. El patrón de relaciones entre los factores sustantivos fue similar al MM1.
Figura 2. Modelo de Medida 2: Todos los Constructos libremente correlacionados
Nota: Las varianzas de los constructos se fijaron en 1.
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto de 2021 a abril de 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
**p < .05
Tras verificar fiabilidad y validez de los MM, se procedió al análisis de las hipótesis utilizando el ME. La matriz de datos implicada no mostró normalidad multivariada (Mardia=112.83). El ajuste global del modelo fue muy bueno, SBх² =1398.27, gl=623, p<.001, CFI =.92; RMSEA =.067, IC del 90% [.062, .072]). El patrón de λ resultó adecuado y similar a M1 y M2. Además, tanto la VE y las dos estimaciones de confiabilidad fueron satisfactorias (ver Tablas 3 y 4). En relación con la H1, que propone que el SB tienen un efecto positivo en las CAR, los datos no la respaldaron, ϒ=-.10, p>.05. Por el contrario, la H2, que sostienen que el SB ejerce un efecto positivo en la insatisfacción con la IC, fue respaldada por los datos, ϒ=.17, p<.05 (ver Figura 3).
Las H3 y H4 postulan los efectos del SH. En particular, la H3 plantea que el SH incrementa las CAR, pero este efecto no fue corroborado por los datos, ϒ=.19, p>.05. De igual manera, la H4, que postula que el SH aumenta la insatisfacción con la IC, tampoco recibió apoyo empírico, ϒ=-.10, p>.05. En contraste, la H5 que propone que la insatisfacción con la IC tiene un efecto positivo en las CAR, fue sustentada por los resultados, mostrado una magnitud considerable, ϒ=.86, p<.05. Además, la H6 y la H7 plantean los efectos específicos indirectos. La H6 que establece que el efecto del SB a través de la insatisfacción con la IC es positivo, fue confirmado por los datos, ab6=.16, IC del 95% una cola [.005, .031]. Por otro lado, la H7 no pudo ser evaluada debido a la imposibilidad de demostrar que los efectos directos involucrados fuesen distintos de cero, por lo que carece de sentido la estimación. El modelo explicó el 74% de la varianza de las CAR y un 10% de la insatisfacción IC. Finalmente, la H7 que estable que los dos tipos de sexismo correlacionan, fue sustentada por los resultados, Φ=.85, p<.05.
Figura 3. Modelo Estructural de los efectos de SA en las CAR
Nota: La escala de los constructos endógenos se fijó asignado una carga en 1
Fuente: Elaboración propia, con base en el cuestionario aplicado entre agosto de 2021 a abril de 2022, en la institución ubicada en la ciudad de Cartago, Costa Rica.
**p < .05
En primer lugar, es necesario señalar que los datos no mostraron normalidad univariada ni multivariada. Esto, junto con el uso de medidas ordinales (Likert), hizo necesario emplear técnicas de análisis específicas para estas características. Es relevante destacar que, en el caso del SB, solo los ítems dos (“En catástrofes, las mujeres deberían ser rescatadas antes que los hombres”) y seis (“Las personas pueden ser realmente felices sin necesidad de tener una pareja”) exhibieron un funcionamiento psicométrico deficiente. Este problema persistió a pesar de que, siguiendo diversos autores (e.g. Krosnick, 2018; Solís, 2015), el ítem seis fue modificado para tener una redacción en sentido afirmativo, ya que en la escala de Expósito et al. (1998) se formuló en un formato negativo (“Las personas no pueden ser verdaderamente felices en sus vidas a menos que tengan pareja del otro sexo”). El problema de funcionamiento del ítem seis ha sido previamente documentado en la literatura (Smith-Castro y Arguello-Gutiérrez, 2024), por lo que resulta pertinente considerar redacciones alternativas en futuras investigaciones.
En cuanto a la subescala de SH, solo el ítem dos (“En nombre de la igualdad, muchas mujeres intentan conseguir ciertos privilegios”) mostró un comportamiento psicométrico deficiente. A pesar de lo observado con los ítems dos, tres y seis, los MM ajustaron de forma satisfactoria, lo cual concuerda con la amplia evidencia internacional sobre su confiabilidad y validez de la Escala de Sexismo Ambivalente de Glick y Fiske (Blondé et al., 2021). Además, se corroboró que los dos tipos de sexismo son constructos diferentes pero relacionados (H8) (Expósito et al., 1998; Glick y Fiske, 1997). De igual manera, se descartó la presencia de CMB. Por ello, las escalas adoptadas pueden ser utilizadas en futuras investigaciones con muestras con características similares, concretamente mujeres estudiantes de educación técnica entre 17 y 44 años.
En segundo lugar, el ME mostró un buen ajuste, aunque solo tres hipótesis fueron soportadas. En este contexto, la hipótesis que mostró el mayor efecto fue la H5 (.85). Es decir, los datos indican que la insatisfacción con la IC posee un efecto alto sobre las CAR; de hecho, la varianza explicada es elevada (74%). Esto concuerda con lo señalado en la literatura (Levinson et al., 2024; Rodgers et al., 2023). El siguiente efecto (de acuerdo con su magnitud), es el establecido por la H2 (.17), lo que aporta evidencia de que el SB aumenta la insatisfacción con la IC. El tercer efecto relevante une los dos anteriores, en lo que se ha denominado la VQ (H6). Los análisis indican que el impacto mediador de la insatisfacción con la IC sobre el efecto del SB en las CAR es positivo y significativo (p<.05).
Sin embargo, de acuerdo con Gaskin et al. (2023), los efectos mediadores se podrían subestimar, dado que implican la multiplicación de dos fracciones. Recientemente, estos investigadores propusieron utilizar v (el cuadrado del efecto específico indirecto) y un umbral de 0.01 para determinar la existencia de un efecto de mediación sustantivo. En este caso, v para H6 es .026. En consecuencia, el resultado observado es suficiente para plantear que la insatisfacción con la IC media de manera sustantiva todo el efecto del SB sobre las CAR. Es relevante tomar en consideración que la H1 no fue soportada, con lo que se descarta un efecto directo del SB en las CAR. Así las cosas, todo el impacto del SB sobre las CAR acontece a través de la insatisfacción con la IC. Precisamente, la VQ hace referencia a este mecanismo de acción en el que se establece que la mujer debe ser buena, sumisa y bella (Terán, 2024).
En tercer lugar, el SH no mostró efecto directo sobre las CAR (H3) ni sobre la insatisfacción con la IC (H4). En consecuencia, no se observó el impacto específico indirecto postulado en la H7. Es decir, la VD no parece ser un mecanismo para explicar las CAR.
CONCLUSIONES
Los hallazgos son consistentes con los resultados empíricos internacionales que señalan que el SB promueve los roles de género tradicionales, definiendo de esta forma, quienes son consideradas buenas o malas mujeres (Gutierrez y Leaper, 2024). De igual forma, el SB se asocia con la internalización de un ideal de belleza basado en la delgadez (Bareket y Fiske, 2023). En palabras de Barreto y Doyle (2022), mediante el SB la sociedad sexista logra controlar lo que piensan y sienten las mujeres acerca de sí mismas y de sus cuerpos. Esto se ajusta a lo señalado por Largade (2011), en el sentido de que la opresión femenina se encuentra en las mujeres y cuenta con su apoyo. De esta forma, promueve el statu quo al producir una serie de creencias justificantes que hacen que las mujeres lo adopten (Bareket y Fiske, 2023).
La ausencia de efecto de la VD podría atribuirse a que las participantes son en su mayoría jóvenes mujeres nacidas en una época en la que el SH no es tan aceptado socialmente (Bareket y Fiske, 2023; Barreto y Doyle, 2022). Es fundamental contrastar este hallazgo en mujeres con menor educación y de otras regiones del país donde, presumiblemente, estos avances no se han consolidado. Por otra parte, aunque el impacto de la VQ es sustantivo, es necesario que investigaciones futuras exploren otros constructos que expliquen más varianza de la insatisfacción con la IC, de modo que se pueda comprender mejor cómo la sociedad patriarcal capitalista erosiona la percepción del propio cuerpo de las mujeres.
En torno a lo anterior, una perspectiva feminista, ofrece elementos fundamentales para interpretar los resultados empíricos obtenidos. En esta sociedad patriarcal capitalista el ideal de belleza se ha establecido en torno a cuerpos que denoten perfección mediante juventud, sexualidad y delgadez extrema (Terán, 2024). De manera que las mujeres que se apartan de este prototipo son discriminadas, provocando una serie de malestares que incluyen la inconformidad con la IC (Muñiz, 2014). Precisamente, las CAR son conductas desadaptativas que se instauran en busca de la delgadez que caracteriza ese cuerpo arquetípico, transmitido a lo largo de la socialización, por ejemplo, a través de los comentarios negativos de la madre ante el sobrepeso (Díaz y Unikel, 2019). La VQ describe el mecanismo sutil, pero implacable y violento, por medio del cual las mujeres luchan en contra del estigma y la discriminación, comúnmente de manera infructuosa a costa de su salud.
Los resultados obtenidos reflejan procesos históricos en los que el cuerpo de la mujer ha sido expropiado y explotado constantemente para el servicio y satisfacción de otros, ya sea mediante la reproducción, el cuidado o el placer (Portillo y López, 2023). Esto posee un gran sentido económico, como lo refleja el gran valor del trabajo doméstico no remunerado. También, el SB limita el cuestionamiento de la sociedad sexista por parte de las mujeres (Bareket y Fiske, 2023), debido a que en lugar del castigo promete un premio por aceptar la inequidad (Gutierrez y Leaper, 2024). De hecho, el SB tiende a justificar la violencia hacia las mujeres culpando a la víctima en diversas situaciones (Bareket y Fiske, 2023). En concordancia con esto, el SB promueve la violencia contra las mujeres al establecer las condiciones (cumplir los roles de género) bajo las cuales no son merecedoras de la violencia que caracteriza el SH (Gutierrez y Leaper, 2024).
Los resultados brindan directrices para el trabajo de prevención. El mismo debe orientarse a desmitificar la estética patriarcal del cuerpo de las mujeres, trabajando de forma profunda y duradera las percepciones, expectativas y emociones en torno a su cuerpo. Es importante promover el lenguaje inclusivo, pero es necesario ir más allá. Se requieren subjetividades no sexistas (Terán, 2024). Es necesario trabajar la conformación de la IC y la corporeidad femenina, las inseguridades y aspiraciones de las mujeres, así como el entramado de relaciones interpersonales. Todo esto con el fin de que las mujeres puedan construir una IC sana y resistente a las presiones sociales acusadas actualmente por las redes sociales.
De acuerdo con lo reportado por la literatura (e.g. Bareket y Fiske, 2023), a las mujeres participantes les es más fácil evitar los efectos nocivos de la hostilidad abierta (SH), que el juego de seducción perversa implicado en la VQ. Sin embargo, esto tiene otro trasfondo. Para la sociedad capitalista patriarcal es funcional actuar de manera indirecta por medio del SB y la satisfacción con la IC, con el fin de no presentarse como una sociedad enferma y discriminatoria, situando el problema en el cuerpo de la mujer, de manera que pueda ser “corregido” por medio de la industria médico-cosmética. Al respecto, sería ideal que primero se diera un cambio estructural en nuestro sistema patriarcal capitalista, pero, mientras no sea así, es fundamental trabajar con las mujeres para que puedan identificar el mensaje SB y vincularlo con la construcción de una IC alternativa no patriarcal capitalista. De esta forma, se haría una contribución importante al bienestar de muchas mujeres.
Por otra parte, este tipo de trabajo evidencia que los enfoques feministas aportan elementos importantes para estudiar las CAR, pues permiten comprender mejor la racionalidad para el sistema de los efectos observados. También brindan una plataforma interdisciplinaria que permite combinar enfoques y metodologías, con el fin de estudiar fenómenos complejos de alta relevancia social, incluyendo todo aquello que tiene relación con la condición de la mujer. No se trata de promover la ingenuidad epistemológica, por el contrario, significa utilizar de manera pertinente todos los recursos académicos con que se cuenta para enfrentar flagelos como el sexismo, la insatisfacción con la IC y las CAR.
El estudio presenta varias limitaciones que deben ser consideradas. En cuanto a esto, sería esclarecedor llevar a cabo una investigación cualitativa preliminar para comprender en profundidad cómo el sexismo afecta la insatisfacción con la IC de las mujeres costarricenses y las conduce a las CAR. Esta investigación cualitativa permitiría desarrollar hipótesis más ajustadas a nuestro contexto histórico y social. Por otra parte, aunque la muestra utilizada es metodológicamente adecuada, no es representativa a nivel nacional, lo que limita la posibilidad de generalizar los resultados a toda la población costarricense. Un estudio con una muestra representativa a nivel nacional es esencial para generalizar los hallazgos a todo el país.
Finalmente, cabe mencionar que en el análisis se incluyeron dos componentes de las CAR (Atracón-Purga y Restricción), excluyendo el subfactor de Medidas Compensatorias. Lo anterior se debe a que las tres afirmaciones originales tienen un formato dicotómico, seguida de una pregunta abierta (e.g. “He usado pastillas para tratar de bajar de peso Si___ No___ Especifica: ______”). Para futuras investigaciones, se sugiere que las preguntas relacionadas con este subfactor sean reformuladas en un formato tipo Likert, o bien, se incluyan otras, con el fin de incorporarlo en el modelo. Esto requeriría un estudio psicométrico previo para evaluar adecuadamente el instrumento. Es importante destacar que, más allá de las etiquetas, las conductas relacionadas con Atracón-Purga y Restricción son altamente relevantes, sin embargo, se recomienda subsanar esta limitación en investigaciones futuras para obtener una comprensión completa del efecto del Sexismo en la insatisfacción con la IC y las CAR.
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1 Esta investigación se basó parcialmente en los datos y el trabajo de Tesis de la primera autora, para optar por la Maestría Profesional en el Estudios de la Violencia Social y Familiar de la UNED de Costa Rica, presentada el 4 de agosto de 2022.
2 La persona lectora interesada en ampliar este tema puede revisar el estudio recientemente publicado por Sanabria et al. (2023), en el que se realiza un cuidadoso análisis de la evolución de los ideales de belleza femenina en la literatura costarricense.
3 En esta investigación se entiende por cosificación a la reducción de las mujeres a sus atributos físicos y atractivo heterosexual, de forma que se disminuye su individualidad y autonomía (Paasonen et al., 2020).
4 En esta investigación se entiende por autocosificación al proceso mediante el cual la mujer trata a su cuerpo (o partes del mismo), en función de su atractivo sexual para cumplir las necesidades sexuales de otras personas (Ward et al., 2023).
5 Debido a la redacción de los ítems de la escala de IC utilizada, un mayor puntaje indica más preocupaciones sobre la IC. Por congruencia con el signo de los coeficientes, se ha añadido la palabra insatisfacción en la formulación de las hipótesis, pero el constructo sigue siendo la IC.
6 En los análisis de mediación se suele utilizar la siguiente nomenclatura: C=efecto total, c’,a,c= efectos directos, ab=efecto indirecto, ac=efecto indirecto (Hayes, 2022).